Fotografía: Rafael Franco.
Parque de los poetas.
La felicidad no se escribe, no se explica, no se le toma fotografías en medio de la luna y el lindo colorido de un jardín.
La felicidad se palpa con el espíritu; es un estado mental del ser, un cosquilleo en la panza, un profundo respiro casi asfixiante.
Es algo que te enceguece, te deja sin aliento, sin latidos, pero con muchos recuerdos...
La felicidad se vive no se supone; la felicidad sonríe en silencio, no grita a los cuatro vientos... La felicidad genera envidia en los infelices, en los que están malditos, los que no saborean el viento de las 4 de la tarde; los que creen en las manecillas del reloj y se rigen con ellas, los que se casan con la lluvia para adentrarse en la agonía de soportar la vida con felices sonriendo.
La felicidad me tomó de la mano pero, a contrario de todos, a mí me destruyó... Soy una maldita escribiendo sobre felicidad... Qué ironía.