La luz del día la hace fuerte, se siente tranquila y una sonrisa es su guarida, no quiere que se den cuenta que de noche es la más triste, soportando besos mal puestos en una boca que no merece ser herida, caricias sucias de un ser sin prejuicios ni moral, el alcohol, las drogas y un poco de cafeína son los culpables de esta desgracia.
Su cuarto es oscuro, en cada rincón se desparrama los recuerdos de cada noche donde las lágrimas son su compañía. Todos debajo de las sábanas nos escondemos de monstruos, fantasmas y duendes, imaginarios al final.. Pero ella no cree en la protección de la tela que está cubierta del olor de ese infeliz.
Llega la noche y con ella el dolor, el desespero y la impotencia. Él llega con miles de sonrisas marcadas en su rostro, no son sonrisas de felicidad, son sonrisas de deseo, lujuria. Ella sólo ruega que sean solo minutos los que marquen de nuevo su vida.
¿De qué sirve correr, gritar y pedir ayuda? Si departe de la vida ella solo recibe golpes de esa silueta perfecta del diablo. Y es solo el silencio lo que alivia ese dolor, lágrimas calladas que se unen con la sangre derramada en la cama.
Tantos golpes la dejaron inconsciente, siempre es así. Mañana será otro día y ella se encontrará de nuevo con la vida y con él, su progenitor, su padre, su maldición.
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