domingo, 31 de julio de 2011

Cotidianidades.

                                                   Desde un punto no tan lejano de una escandalosa discusión me encontraba, ella le gritaba, él la manoteaba, todo el mundo miraba, yo solo analizaba. Por un momento sentí "pena ajena" por los que alegaban, y me pregunté ¿Cómo es capaz el ser humano de discutir frente a mucha gente y no es capaz de hacer un discurso con cuatro o cinco personas? Y en respuesta a mi pregunta me dije: Aveces la rabia y la euforia de una pelea puede más que la dignidad.

Pero de esa misma respuesta encontré otra pregunta, ¿Qué es dignidad? Y analizando el caso de esta discusión llegué a la conclusión de que este par de personas, siendo pareja o lo que sea que fueran, estaban haciendo uso de su dignidad, muy bien he leído la dignidad es el método mediante el cual podemos hacer el ejercicio de la libertad propia.  Después de esto me permití no mirar más tal discusión que llevaba más de diez minutos en un mismo asunto del cuál mi audición no logró captar. Volteé mi cabeza y estaba un anciano de unos setenta y dos y un pequeñuelo que no tenía más de nueve, el anciano le explicaba el por qué de las actitudes humanas; yo estaría tan aburrida que ni lo estaría escuchando, pero el niño con cara de perro curioso lo escuchaba con atención.

De repente un joven me preguntó la hora, pegué un brinco de nada, pero mi corazón latía a mil, cómo no, si me había sacado de tan hermoso cuadro del viejo y el niño, él también se asustó, pero soltó una sonrisa de esas penosas y me preguntó de nuevo, miré mi reloj y eran las cinco y media en punto, en un segundo caí en cuenta de que llevaba más de dos horas analizando cada situación cotidiana que transcurrían en el día.

Tal vez alguien también analizaba mi situación: mujer, cabello rojo, uno sesenta y dos de estatura, aproximadamente, sentada en medio del parque donde no hay bancas ni muros, justo en el centro. ¿A quién estaría esperando?. Pero no, solo me gusta sentarme sola, hablar con el viento, mirar la desgracia y la felicidad de los demás solitarios, esperando ser algún día una situación más de ese parque desolado.

domingo, 24 de julio de 2011

Hace falta otra perspectiva.

Escucho los carross moverse más rápido que un segundero, las luces se difuminan en el frío de la noche, la luna se escondió tras las nubes o quién sabe qué la tape.. Almas deambulando con una copa en la mano, aún no mueren pero ese es el final de su camino. Vagabundas, rateros, alcohólicos, todos disfrazados de pies a cabeza, cuando salga el sol, gente del común.

Debajo de sábanas, con el televisor trasmitiendo una de esas películas ochenteras, mis manos en un estado de congelamiento severo y este aparato eléctrico que no sirve para más, o bueno no sirve para mí.. Mi estado se encuentra en una lucha de pensamientos, vagos sentimientos.. Qué más da.

Y me postro en la ventana a ver pasar a la gente, unos pensativos, otros acelerados, uno que otro con la mente en blanco, bueno, ese es el índice mayor. ¿Quién esperará a los acelerados? O tal vez ¿Qué asesino corre para llevar a cabo su plan?.. Qué más da.

En la perdida observación sin respuesta sobre los transeúntes que se meten a mi vista, de repente siento una mirada que clava en la mía, tal vez es alguien que también detalle como yo a las personas, yo a los de la calle, él a los bobos de las ventanas.. Pero ¿Por qué me ve a mí? Ya me está asustando, me mira tan fijamente que si fuera más audaz me desnudaría con la mirada, siento como se acelera su corazón, tanto como si fuera el mío..

Luce parecido a un conocido. Es esa sensación indescifrable de saber que ha pasado por tu vida pero aún no sabes quién es.. cosas que te dejan pensando toda la noche. Y así fue, esa noche quedo tatuado en mi mente, sin saber por qué. Al asomarme al espejo para ver que tan greñuda desperté, vi a aquel personaje de la noche del veintitrés, abrí los ojos, no lo podía creer, sin que nadie sepa, por fin, conocí a mí otro yo en ese día de atardecer.. el mismo con la mirada reflejada en el vidrio de mi ventana.

lunes, 11 de julio de 2011

"Mil noventa y cinco días y un amor"

Una historia escrita por las manos del amor era la que quería leer Luciana, entre libros que encontraba, cartas que le narraban, no descubría en ninguna página una historia de amor.. De amor verdadero, donde no todo es color rosa, donde también hay dolor, el hijo malcriado del amor; donde se vive, se siente, se sueña con solo presenciar algo parecido.

En uno de los cajones de su casa encontró un cuaderno, con carátula de libro y páginas envejecidas por el paso del tiempo. Al leer el nombre de este se enamoró; "Mil noventa y cinco días y un amor", así se llamaba el libro que la cautivó.

Luciana sin querer perder un minuto corrió a su habitación,  su principio no era usual, no empezaba con "Había una vez.." ni un "Todo comenzó.." era un principio único, familiar para ella, pero en ese momento se dejó llevar por el aroma de las páginas de amor.

Eran dos personajes los que vivieron esta historia, originada en el 2008.. Empezaron como dos desconocidos que en menos del tiempo que corre con el viento, fueron un par de amigos riéndose entre la multitud, compartiendo sus historias, unas más locas que otras, insignificantes personas quisieron cooperar con esta nueva amistad, digo insignificantes porque era claro que estos dos no necesitaban ayuda que sería en vano.. En medio de el clavado que Luciana había metido dentro del libro, su mente sobresaltó recordando todas las historias de aquellos príncipes y princesas que no escogieron su futuro que estaba en manos de la realeza; Luciana afirmó que si cada uno de nosotros tuviéramos la oportunidad de elegir, la princesa de el libro lo hubiera escogido a él como su elegido.

Sin darse cuenta habían pasado más de tres horas desde que halló aquel libro, pues se encontró con la historia que siempre había anhelado leer.. Los protagonistas en medio de su idilio, sufrieron como ninguno, las malas jugadas de la vida que más de una vez los separó, monstruos contra el amor intervinieron en su relación, ella añorando a su amado cada noche, susurraba su nombre. Él iba dejando pétalos negros en honor a su sufrimiento.. Luciana lloró en esta parte, las letras hacían volar su imaginación hasta adentrarse y sentir lo mismo que ellos en esa situación... Como todo libro pero con algo peculiar, ellos volvieron a su estado natural, el amor. Pisaron cada obstáculo, sientiéndose más fuertes, siguieron construyendo y escribiendo juntos..

Un golpe en la puerta interrumpió su lectura, era su madre que la saludaba desde afuera "-¿Qué lees?" preguntó, Luciana con brillo en su mirada y locura desaforada le respondió "-Es la más bella historia de amor"  Su madre se acercó y soltó más de una carcajada, "-¿Dónde encontraste esto? " le preguntó, "-En un cajón de tu cuarto", respondió..

Su madre cogió el libro y empezó a narrarle con voz de haber conocido la historia de dos en dos. En las últimas páginas un párrafo le entrecortó su voz.. decía así: "Mi amor hoy puedo decir que he conocido la alegría de sentir el amor que puede entregarte otra persona y a la que puedes entregar tu amor, no sé si es la máxima alegría pero sí se parece mucho al amor sincero y verdadero, gracias por mil noventa y cinco días y tú, mi único amor..." Y así finalizó este libro.. Luciana comprendió que esta historia no era otra de las miles historias de amor que se escriben todos los días en el mundo, amores que nacen, otros que mueren, unos complicados, unos que nunca son dichos y otros como el de sus padres que en medio de las dificultades camina de la mano con el tiempo.

miércoles, 6 de julio de 2011

Desde aquella noche..

Era de noche, algo así como las once y media de la noche, hacía frío y estaba sola en casa, mis padres estaban de fiesta, como era costumbre todos los viernes. Aproveché y puse todo mi repertorio rockandrollero a todo volumen.. Y solo me alumbraba una pequeña lámpara de cera.. De un momento a otro la luna se tornó más brillante y el viento más frío, mis dientes titilaban y mi cuerpo se entumecía... Era algo extraño, estaba casi segura que algo pasaba afuera.
Al asomarme vi al final del callejón que pasaba por mi ventana, una luz que me volvía ciega. Logré visualizar la silueta de una mujer.. Oh por Dios, ¡Qué mujer!

Algo me empujaba hacia ella. No sé si era su belleza o el misterio de sus ojos.. Corrí escaleras abajo, quería ver de inmediato qué pasaba donde aquella mujer, salí de mi casa y casi volé hacia ella..
En menos de un segundo la tenía en frente, pero detrás habían dos hombres, o eso creo, eran tan oscuros que se perdían en la noche, no logré definirlos...

Un dolor impactó mis sentidos y derrumbó mis fuerzas.. Desde ese momento lo único que sé es que soy uno de ellos, no por algún recuerdo de aquella noche si no por las marcas imborrables que tengo en mi cuello y muñecas y no menos importante, como la sangre calma mi sed.

martes, 5 de julio de 2011

Arriba se escribe mejor...

Era todo tan rutinario, se pasaban las horas y ella siempre pensando en  una historia más que escribir..
A sus nueve años no tenía nada más que hacer, su vida de colegio era tan agobiante, sus maestros eran monstruos atrapados en cuerpos humanos, sus compañeras, simples doncellas que escriben su vida en libros sin final, una más extraña que la otra..

Aquella infante con sueños de primavera, nunca vio la vida de otra manera. Las personas color madera pintaban cada pedazo de su historia con pesadillas complejas. Ana lucía nunca entendió por qué su madre la abandonó, pero agradecía que se hubiera retirado de su camino o si no ahora su vida estaría con su mamá hundidas en el vicio.

Su abuela de noventa y cinco murió de un cáncer maligno, antes de irse le dejó un cuaderno para que se entretuviera los domingos, donde solían jugar a la bruja y al mendigo, qué tristeza, era ella su único abrigo.. Chiquilla que crece con las horas del día, pasa en blanco el día en que su padre se fue y la dejó llorando, suplicando de rodillas que no se fuera de su lado, a este señor como muchos en las historias no le importó la tristeza que embargaba a este joven corazón..

Ahora muchos se preguntan qué pasó con Ana Lucía, se adelgazó y su cabello se tornaba más amarillo. ¿Cómo no desgastarse si su vida no tenía historia que leer?.. Una cuerda y unas pastillas eran su salida, armó su desdicha en media hora, se despidió de sus amigos: mateo, coquito y juanito... peluches nada más.

Aquel 23 de abril el cielo lloró su partida, se acercaron vecinos y niñas que fueron desconocidas, solo para preguntar que le había pasado a esa jovencita. Y así se apagaron las luces de una mente soñadora, las manos escritoras de ese cuaderno vacío, se congelaron para siempre.. Puede que ahora este al lado de su abuela viviendo un sueño y escribiendo en su cuaderno una verdadera historia de primavera.